viernes, 9 de abril de 2010

хруста́ль

Cansada de tener que ver todo siempre a través del mismo cristal, sucio, opaco. Siempre a través del mismo cristal. El cristal inconforme, enojado y vacio; le es imposible desvirtuarse y no intuye nada, no vive nada; pero ahí existe, altera y turba todo lo que se observa por el mismo. Triste y fastidiada de vivir sueños rotos, solo espera como un itinerante, siempre en movimiento, siempre excitado, alterado, y lo único que permanece es su búsqueda. Solo acuerda, con ella misma, el tener que inquirir un lugar donde su psique pueda descansar. Sin saber que será de su proceder, sin saber donde encontrará concordia con todo lo que la rodea, con su ídem. Harta de todo aquello que la sofoca, de no convivir como el perecedero cree que la deidad ordena. Mohína porque su álveo humano puede caer en los enredos que conlleva vivir en una sociedad preestablecida y tiene idea de lo que esto supone. Recelo, lo que esto supone se resume en recelo, hacia ella, todo hacia ella. Tanta contaminación en sus pensamientos comienza a boicotearla. La contaminación se llama miedo, se llama irresponsabilidad, se llama incompetencia. Ofuscada con respecto a su camino, y cuando cae en cuenta de que su búsqueda no da frutos, trata de huir mecanografiando letras, tratando de componer ideas, para ver, si ella se comprende.

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